Aprendieron (aprendimos) a base de disgustos, a crear contenidos alineados con los intereses de la gente que voluntariamente ocupaba los espacios virtuales para relacionarse, sin más, con otros internautas por el simple placer de encontrase e intercambiar opiniones.
Sin embargo, las editoriales, todavía no han empezado a recorrer ese camino. ¿Dónde está la revolución del libro digital que nos habían prometido? ¿Porqué las aplicaciones para descargar, almacenar y gestionar tu propia biblioteca son mucho más interesantes que los propios libros?
Cada día veo salir de casa a mi hijo cargando a la espalda con más de 20 kilos de pesada sabiduría en forma de libros de texto. Y cada día pienso que, antes de que acabe el curso, mucha de la información que soporta ente sus hombros habrá quedado obsoleta o será inexacta.
Y me pregunto para cuándo 200 gramos de soporte digital repleto de contenidos actualizables al momento. No consigo imaginar qué señal del cielo esperan editoriales y centros de enseñanza para comenzar a interactuar mejorando la calidad de la información y adaptándola en tiempo real a las necesidades de los estudiantes. Desde luego los alumnos, “always on”, ya están más que preparados para la co-creación.
Pero incluso desde una visión más mercantilista, puedo imaginar la experiencia de lector enriquecida con “pies de página” interactivos que hablen sobre los lugares donde transcurre la narración, que amplíen datos acerca del entorno histórico o permitan el diálogo directo con el escritor o con otros usuarios. ¿Acaso no sería una oportunidad única para las marcas el generar e integrar contenidos consumibles por un público entregado a su autor favorito? En vez de eso, nos entregan grises páginas de texto que ni siquiera poseen la textura de un buen couché o el olor grueso de la tinta calcográfica.
Recientemente (reconozco haber llegado tarde a este mundillo) he descubierto un tímido intento de aproximar la literatura al espacio digital. Se trata de los “Books Trailers” que, como su propio nombre indica, es una adaptación a los libros del modelo de tráiler cinematográfico. Me ha sorprendido averiguar que poseen sus propios “oscars” donde (y tal vez esto sea un punto a su favor) no sólo se premian las mejores realizaciones si no que también las de peor factura.
Éste que os dejo, desde luego, pertenece a los primeros. Se trata de la promoción del libro de Maurice Gee, Ging West
Una buena iniciativa es la que propone Appel. La firma estadounidense ha lanzado recientemente iBooks Textbook, su aplicación para la autoedición y venta de libros electrónicos. La plataforma permite componer de modo sencillo libros multimedia mediante el uso de vídeo, audio, animaciones o texto. Eso si, exclusivo para iPad.
Vídeos a parte, seguiré reclamando a quien corresponda para que nos devuelvan la ilusión que nos robaron. Esperábamos poder disfrutar experiencias nuevas con cada descarga y nos entregaron pdfs. Contábamos con ver surgir universos paralelos de nuestros tablets y nos escamotearon la oportunidad. Rogaré a Metis, diosa de la sabiduría, que ilumine las mentes de los editores para que nos devuelvan de una vez nuestro e-book.
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